Desde chico escuché en mi entorno la frase “lo primero es la salud”, y la he escuchado infinidad de veces en los años de profesión. Hoy no tengo dudas de que para la mayoría de nosotros no ha sido lo primero, o bien hemos considerado equivocadamente que ciertos aspectos de la atención de la salud actual —como una obra social, la mejor medicina prepaga, el acceso a los mejores estudios o una cuenta corriente en una farmacia de confianza— se harían cargo por sí solos de nuestra salud.
He visto a numerosos pacientes, entre los cuales me incluyo, sufrir las consecuencias de este gran olvido y he podido comprobar cómo toda la atención volcada durante tantos años a otras necesidades, que parecían prioritarias, nos encontró en la mitad de la vida colmados de comodidades pero sin disfrutarlas por la falta de salud. Y como muchos, tuve que conocer la “enfermedad” en persona, para comprender qué significaba estar alejado de la salud.
Hoy, habiendo transitado más de una década por una medicina basada en la promoción de la salud, los invito a elegir en el día a día el sendero hacia un bienestar pleno y se los aseguro: las demás cosas siempre estarán disponibles a la vera de este recorrido.
Sabemos que compartir y disfrutar de la familia solo se puede vivenciar con plenitud cuando todos estamos sanos. La alegría necesita de las raíces de la salud para florecer y sé que todos queremos ese florecer, es mi compromiso aportar una “gotita de agua” para que así sea.
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